Esta idea es fundamental: el agente no crea la necesidad del pago de primas, sino que la pone en evidencia.
Se haga o no el seguro, exista o no la póliza, "alguien pagará las primas" , en alguna forma, en algún momento del futuro.
"Alguien pagará las primas" porque la muerte cuesta dinero: una parte de ese costo está representada por el sepelio y los gastos de la última enfermedad, otra por la cesación de la fuente de ingresos que constituye la persona en vida. Si la muerte es prematura, el costo se eleva y por ende las primas que no fueron pagadas a su debido tiempo, se acumulan de pronto y van a recaer sobre las espaldas de los sobrevivientes, que pueden ser frágiles y expuestos al desastre si no ha habido tiempo de consolidar el patrimonio.
La idea de que "alguien pagará las primas" liquida toda duda sobre la necesidad del trabajo del agente.
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